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La investigación de Javier León Herrera fue usada para el proyecto que buscó relanzar al cantante. Las dudas sobre si Luis Rey era su padre biológico.
Con el cierre de su serie biográfica, el esquivo y misterioso Luis Miguel cierra también una exitosa operación regreso. El culebrón -un poco mexicano- de su vida supera a la ficción de 13 capítulos. Y mientras ajusta cuentas con su familia y sus recuerdos, las canciones vuelven a cantarse a los gritos, acá y allá, más vivas que nunca. Su biógrafo, el español radicado en Colombia, Javier León Herrera, cuenta cómo fue volver a meterse con la historia de Luismi a más de 20 años de su voluminoso Luis Mi Rey, y a caballo de la serie.


"Cuando se abordó este proyecto tan ambicioso de la serie, Luis Miguel dijo que el libro debía tomarse como base. Eso para nosotros fue un reconocimiento de que es un trabajo hecho con respeto y seriedad. Tengo con él una relación estrictamente profesional, no somos amigos. Pero siempre le dijimos, en su día, que él no podía tapar el sol con un dedo y evitar que se cuente su vida. Lo que sí podía era preocuparse de que las personas que afrontáramos su vida lo hiciéramos con seriedad, empatía y delicadeza. Pero esta historia que eligió para su bioserie es la única, es su historia", comienza Herrera, en una conversación que buceará en los secretos del cantante.

¿Puede leerse la serie como una venganza hacia su padre?

No, yo no lo veo por ahí. Más al contrario, para él ha sido siempre un choque de trenes enorme: los sentimientos encontrados, lo que pasó con la figura de su papá y el hecho de que fue su papá, y para una persona eso es un drama mayúsculo. No es lo mismo que te enemistes con alguien de afuera que el enemigo sea íntimo. Y con todo lo que el padre hizo o dejó de hacer, sé que en algunos momentos, tanto él como el hermano, tenían cierto reparo a hablar del tema, porque era su familia y no les gustaba que se hablara de ella. De hecho, hay una escena en el último capítulo de la serie que para mí resume completamente la relación entre este padre y este hijo, cuando el papá ya agoniza y él tiene una reacción tan visceral, de insulto. Eso te da una pista. Es una escena muy simbólica de esos sentimientos encontrados tan enormes.

¿Era realmente su papá?

En el libro tomo la duda de la voz de él, él es el que confiesa, a determinadas personas de su vida, que tiene dudas acerca de si es su papá biológico. Y él tenía sus fundadas razones para dudarlo. No me gusta especular con cosas que a cien por ciento no se pueden decir, o si tengo confirmadas, son excesivamente delicadas. En este caso, no hay mayor relevancia en el hecho porque, fuera o no padre biológico, fue el que hizo de padre en su vida, para bien y para mal.

Sobre su mamá, Marcela, en el libro decís que sentiste miedo en algún momento de tu investigación, cuando hablaste con la familia Gallego, la paterna. Deja una sensación bastante siniestra todo lo que tiene que ver son su desaparición.

Ya en el prólogo de Luis Mi Rey contaba la anécdota de mi primer encuentro con la familia española, cuando me recibió el tío, y muy pasado de copas, después de un rato de charla, me dijo que me dejara de pavadas, y que si había ido a matarlo, lo hiciera de una vez. Ahí se me dispararon todas las alertas como periodista, y fue el punto de partida, cuando empiezo a sospechar que hay una historia tremenda detrás del clan de los Gallego. Porque ellos actuaban como un clan, el líder de la manada era Luisito Rey, pero estaba la complicidad de los hermanos. Y conforme avancé en la investigación, me di cuenta cómo el lector, que es muy perspicaz, de que hay episodios muy oscuros y que los Gallego están detrás de esos episodios.

¿Qué pasó con ella?

Falleció de causas no naturales. Es información a la que llegué en aquella época y que, con el paso del tiempo, desafortunadamente, no se ha desmentido. Me hubiera gustado mucho que, en estos 20 años, hubiera aparecido algo que me hubiera desmentido, pero más bien al contrario: el paso del tiempo, y el desmentido a cada rumor que fue apareciendo, confirma que ella ya no está con nosotros. Los detalles me los voy a guardar, porque la información que yo tengo es algo que le pertenece a la intimidad más estricta de Luis Miguel, de su hermano, de la gente que ha sufrido, con mucho dolor, todo esto. Lo que me cabe es dedicarle el libro, a Marcela Basteri, porque me parece que fue una mujer buena, de buen corazón, que tuvo que nadar a contracorriente en la vida desde que, en Mar del Plata, se cruza con Luisito Rey, y que tuvo un trágico final. Ahora, ellos tienen el derecho de guardar esa información dentro de su corazón.

Bueno, investigación sí hubo y la serie lo deja claro. Hubo investigaciones privadas. Y creo que ya, llega un momento en que avanzar, teniendo una teoría muy probable de los que pasó, es decisión personal de los involucrados. ¿Quién va a estar por la labor de remover eso? Y menos alguien tan público como Luis Miguel.

Nada, no puedo contar nada. Y termina con que hay un informe. Porque hay informes concluyentes, a los que Luis Miguel tuvo acceso, pero eso es muy distinto a decir "apareció". Para mí, la información está, tanto en el libro como en la serie, como para que el lector pueda sacar sus propias conclusiones. En cuanto a la segunda temporada, ni te puedo decir que esté en desarrollo.

Porque escuchó a personas que siempre lo van a aconsejar positivamente y de forma desinteresada. Siempre tuvo gente así, en momentos complicados, y este último era un momento delicado: estaba en una crisis personal, con esa su inestabilidad emocional, que todos hemos conocido, pero también con su carrera en riesgo, por esta afección que tiene en el oído. Esto desembocó en una crisis grande, y en el plan que se diseñó para ayudarlo estaba este proyecto, que resultó un acierto absoluto.

Absolutamente. Para mí hay un doble objetivo, uno es el más obvio, que es el relanzamiento comercial, pero luego él tiene que aprovechar esto como una catarsis y cerrar de una vez esos círculos. Este año, y este proyecto, le deben servir también a nivel personal. Va camino a cumplir cincuenta años y tiene que cultivar un poco más el alma, además de cuidar su cuerpo.

Fuente TN - Mariana Mactas

 


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