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Mientras los bloqueos de las vías de El Alto continúan en rechazo al Gobierno de facto, algunos habitantes de La Paz han sentido las consecuencias del cierre de las vías para la distribución de productos y combustible.


El acceso a combustible y bienes básicos en La Paz podría verse interrumpido tras el bloqueo de carreteras en El Alto, bastión de movimientos campesinos e indígenas que apoyan al depuesto presidente, Evo Morales, en exigencia de la renuncia de la autoproclamada "presidenta interina", Jeanine Añez.

En El Alto, una ciudad crucial para la distribución de cualquier mercancía a La Paz, desde hace varios días se han levantado zanjas, barricadas y barreras humanas para bloquear su paso.

Por su parte, Áñez anunció un plan de emergencia para proveer de combustible a la capital boliviana, que incluye la importación de gasolina y diesel desde Perú y Chile.

"No va a entrar a la ciudad nada de alimento, nada de combustible, nada de gasolina", dice uno de los manifestantes a RT.
Esta decisión se mantiene en rechazo a la fuerte represión de los cuerpos de seguridad del Gobierno de facto en contra de una marcha pacífica de cocaleros en Cochabamba, que dejó el pasado viernes nueve personas muertas por heridas de bala y más de un centenar de heridos.

"Nos ha mandado a matar a mis hermanos. Nosotros como alteños no la queremos", comenta una mujer al referirse a la autoproclamada presidenta interina de Bolivia.

"Ni un litro de gas"
Uno de los lugares estratégicos que han sido bloqueados es la planta de gas y combustible de Senkata.

Decenas de militares y policías se han dirigido al complejo gasífero para intentar desbloquearlo después de que más de 100 camiones cisterna cargados con gasolina no pudieran salir hacia La Paz, situada a unos 45 minutos.

El líder comunitario de ese distrito, Fredy Rojas, asegura que el golpe de Estado es inaceptable y manifiesta que no se rendirán hasta que Añez dimita.
"Tendrían que matarnos aquí. Hemos convocado a mucha gente que está presente voluntariamente y que ha dicho que va a ofrendar sus vidas para que no pueda pasar ni un litro de gas".

Entre los afectados se encuentra Santos, un taxista que está haciendo sus últimos servicios debido a que las gasolineras están cerradas y su coche ya ha avisado que no puede recorrer muchos más kilómetros.

"Hoy es mi último día de trabajo y tengo dos horas nomás porque no tengo la gasolina", afirma.

Desabastecimiento de alimentos en la capital
En La Paz, a simple vista, todo transcurre con normalidad. Sin embargo, al entrar en cualquier mercado la imagen es muy diferente.

La otra cara del bloqueo está conformada también por la escasez de alimentos. Ante los puestos cerrados y mercados casi vacíos, lo que se preguntan muchos ciudadanos es: ¿hasta cuándo va a durar?

Stefany Cháves está haciendo cola para comprar un poco de carne. Ha recorrido durante dos horas la ciudad. El desabastecimiento ha provocado que los precios se dupliquen y a la boliviana le toca asumir las consecuencias.

"La pata de toro antes valía 25 bolivianos y ahora está entre 50 y 70. Ya no hay carne. Es lamentable lo que estamos pasando aquí en Bolivia", asevera.

Muchos comerciantes se han visto obligados a cerrar sus tiendas y la molestia de una parte de la ciudadanía ante las protestas de El Alto es visible.

Jorge Orellana, comerciante de la zona, manifiesta que desea que "pacifiquen al país" y "que de una vez haya paz". "Que nuestros hijos, nuestra familia, puedan caminar tranquilamente, que no vaya al mercado y una lechuga, que valía dos pesos, lo compre en 10".

Desde que llegó al poder, el Gobierno de facto ha intentado mostrar que existe normalidad en las calles, sin embargo, la protesta severamente reprimida de quienes reclaman la restitución de orden constitucional y el regreso de Morales, lo ha hecho imposible.